taller tropical de tejido y bordado. Entrada libre.

viernes, 12 de octubre de 2012

Agua de Mango en la FIL Monterrey 2012


 ¡Ya está lista el Agua de Mango para quien guste!
En la presentación del libro estaremos Xitlally Rivero, Ingrid Bergman y un servidor, el día domingo 21 de octubre a las 18:00 en la sala 102 de la Feria Internacional del Libro Monterrey 2012, en CINTERMEX.

¡No falten!



" ― Yo nunca. Pero mi abuela vio uno en su cocina, cuando era niña. Resulta que una vez se levantó en la mitad de la noche, porque había escuchado un ruido raro, como los pasos de un perrito con las uñas largas. Pero sucede que no había ni perros ni gatos en la casa. De puntitas, salió de su cuarto, caminó a la cocina y vio una sombra pequeñita sobre el desayunador, en el mero centro, encima del frutero. Se movía y hacía ruidos comiendo con prisas una de las frutas. Se oía claramente cómo los dientes se encajaban y masticaban la pulpa de forma voraz, con el hocico abierto. Ella pensó que se trataba de una rata, así que sintió repugnancia. Se dio la media vuelta y soltó un “qué asco”, en voz muy baja; entonces, una voz chillona le contestó: “Nada de asco, princesita. A mí me encantan los duraznos”, y después soltó una risita burlona. Mi abuela dice que del susto no pudo moverse del marco de la puerta y que, con sus manos retorciendo el camisón, volteó rápidamente y el duende ya no estaba. Pegó un grito y, cuando sus papás bajaron, la hallaron paralizada en la cocina. La regañaron por despertar a todos en la casa y le echaron la culpa de haberse comido los duraznos. Cuando lo cuenta, se pone seria, y jura que vio y escuchó a un duende… y que no fue la única ocasión."

miércoles, 26 de septiembre de 2012

corto es el silencio

Corto es el silencio
y nos alarga.
El pecho se derrama por toda la avenida
soy un jarrón que rueda por el carril derecho
y a los autos se los lleva mi corriente.
Ellos siempre van con rumbo hacia  tu casa
como un banco de peces, como troncos muertos.
Corto es el silencio
y en él me rompo.
Mi piel se pela en tiras como cáscara de plátano
y la gente no se topa con el ruido del desgarro
que se oye más como un silbido de camiones
entre el futbol y los balazos de la tarde.
Los peatones corren cada quien sus vidas
con sus largos pasos evitan a los otros.
Mi cuerpo es un guineo sin cáscara en el piso,
el tiempo un pobre transeúnte que lo aplasta.
Corto es el silencio
y tú me extrañas.
Y yo me voy partiendo en este río que se aparece
como el Santa Catarina, de repente y sin aviso.
Contemplo su caudal encerrado en ese baño
con mi mano en la boca y las tuyas empuñadas.
El agua contenida  es el monstruo subterráneo
que retuerce sus quejidos atorados en mi cuello.
Los mosaicos del baño son la lluvia de septiembre
y mis dedos la presa que no aguanta y se desborda
Corto es el silencio
y yo me tapo.
Me escondo del olor de la casa que no es nuestra
de tu letra por ahí sobre un papel a lápiz
del frío abismo que la noche va silbando
cuando encima de los coches se pasea.
Siguen los perros muriendo atropellados
en esta ciudad salvaje y aburrida
que no es más que un trozo de carne agusanado. 
Y yo voy siguiendo la bulla de la gente,
como chaquiste detrás del sudor de tu frente
como los zombies que salen del estadio
mis ojos corren detrás de sus espaldas
¡qué sed me inspira el bullicio de sus vidas!
y largo y profundo su lago se me extiende.
El aire caliente se nos cuela en la abertura
de las tres de la tarde con todo y su bochorno.
El ruido a esa hora se nos abre como herida
hemorragia de recuerdos como charcos en el piso.
Y yo sigo escuchando tu risa de cabra
o algún celular que suena como el tuyo
y el silencio me visita igual que a un moribundo
y su grosera brevedad me aplasta como un toro .
Corto es el silencio
y me lo pongo.
Amanecí de viaje un día, con otra muda encima
La verdad no me fijé a donde me llevaba
este puto tren de suicidas desertores
pesimistas de treinta años con la vida por delante
viudos del amor, la verdad y la justicia.
Me quedé viendo cómo las puertas se me abrían
y supe sólo que era el tiempo de subirme.
No empujen, no empujen, cristales que se empañan
dejar salir antes de entrar, almohada al hombro
apretando la maleta en mis rodillas.
No puedo despedirme de los árboles difuntos
ni de Plaza Cumbres ni del metro Zaragoza.
No termino de llorarle a tus gruñidos
ni al chiflido intimidante del cerro de las Mitras
y un peón desmañanado me despierta
no quiere que apoye mi cabeza en su ronquido.
Corto es el silencio
y está solo.
Los órganos vitales me hacen compañía
también los empeines, el diafragma y la columna
a mediodía el femoral me apoya y me consuela,
y por la noche mis rodillas me acarician.
Pero siempre llega la hora de la comida
inevitablemente, y el estómago se expande
sale a tragarse la ciudad entera, de un bocado,
me quedo en la mesa con la boca abierta
platicando con las sillas habitadas por la gente
y soy hueco que sentado se contempla.
¿Puedes escuchar el escándalo de vísceras?
como pájaros que huelen un disparo.
La soledad es este hueco destripado
que se sienta con los codos en la mesa
a esperar a que el estómago regrese.
Corto es el silencio
y no me alcanza
el cielo entero, los sueños ni la colcha
para soñar que vuelo lejos de tus dudas
como un cotorro sordo en la parvada.
Y aunque sé que se termina,
me tiemblan los latidos
el eco en mis paredes,
la sangre en la cabeza.
Noto que se muere
y lo tomo por las manos
Corto es el silencio
y yo lo estiro.
Quiero usarlo como sobrecama
y mis pies quedan por fuera
y tengo frío.










jueves, 30 de agosto de 2012

-*-

Negro vértigo de acantilado
eres
sol de tarde en julio que agoniza
tienes
un silencio oscuro de ceniza
dueles
río de polvo y  piedra en el que nado.


todo de ti

quiero saber todo de ti
tu colonia favorita
y la calle de tu casa
y el nombre de tu abuelita

quiero saber todo de ti
quién te plancha las camisas
si te gusta la mostaza
si puedes comer a prisa

quiero saber todo de ti
qué guardas en el armario
el carrito que manejas
si eres libra o sagitario

quiero saber todo de ti
si te gusta ser mirado
si te comes las lentejas
por qué cosas has llorado

quiero saber todo de ti
y olvidarlo todo luego
para volver a seguirte
y empezar todo de nuevo

martes, 28 de agosto de 2012

el fan y el ídolo

Hay un peculiar tipo de belleza en la posición amorosa del fan. Sobre todo, una vez que éste logra asumir que los ídolos se caen, tarde o temprano. Esa conciencia de finitud vuelve al fan asumido un voraz persecutor de la efímera hermosura que con claroscuros se diluye en el tiempo, un devorador y un artista de momentos , un sabio coleccionista, un dedicado investigador, seguidor incansable del apasionamiento, su droga. Por otro lado, su misma posición de insaciabilidad lo vuelve generoso, dadivoso de sonrisas, de admiración y de cuidados, y al mismo tiempo le provee del sufrimiento también punzante que siempre llega con el hambre.

El ídolo, por su parte, participa tejiendo la historia aunque no quiera. Se ve enredado entre los hilos y reacciona. Sus movimientos dejan de condicionar al tejedor y él mismo se coloca en la otra parte del telar. La incertidumbre que emerge entre ambos es un juego breve y etéreo, en el cual cada uno representa un papel  intuitivo ante las reacciones y las miradas del otro. Los ojos puestos atentos condicionan la técnica. Ya sea huyendo despavorido, incapaz de manejar la atención puesta sobre sí, o bien reaccionando con sorpresa y halago ante la misma, la imposibilidad de ignorar por completo lo que el otro le arroja lo hace partícipe de una historia  asimétrica, como el amor mismo.

Ambos se plantean preguntas imposibles.
Ambos escriben un texto improvisado.
Un haikú entre dos.
Un carente microrrelato .

Si ambos logran apropiarse de su correspondiente fugacidad, pueden entregarse al gozo de sus propias voces narrativas. Si esta rareza tiene lugar,  podrían asistir juntos a la caída de la estatua, y se despedirían al término de la temporada teatral, fundiéndose en un bello abrazo luminoso.


lunes, 28 de mayo de 2012

En lo más profundo del océano de mi sangre
y de la tuya
los restos de nuestro único navío
esconden un tesoro indescifrable.
Otros. 
Otros van a descubrirlo.
Otros lo repartirán entre los suyos.

viernes, 11 de mayo de 2012

Regresos

de Joaquín Vásquez Aguilar.


Ya no tiene remedio
ya no tiene remedio esta lluvia
que horizontal te busca
te persigue
cuando escapa de mis poros
un palmo del desierto que me hiciste
ya no tiene remedio el agua
el río que soy desde mi puerto solo
ya no tiene remedio el cántaro que llevo
en la quemazón del medio día
no me moja la luz donde no estás
ya no tiene remedio
pero vuelvo siempre
a tu arena querida
a tu frescor
vuelvo
así sea en ráfagas
así en cabizbajo amor
así en altar abandonado

jueves, 10 de mayo de 2012

como semillas de cacao
cuando escampe
pondré a secar mis ojos
y el corazón sobre una manta
bajo el sol maduro de la tarde

un corazón enterrado vivo,

adentro del cofre de mi pecho,

de pura tristeza, se prende fuego.


viernes, 27 de abril de 2012

lunes, 23 de abril de 2012

viernes, 20 de abril de 2012

ojos al fondo

Al fondo, en su cara simple,
como piedras bajo un río,
sus ojos, carbón mojado
que el sol no alcanza,

se posan en mi nuca.
Semillas negras.
Chicozapotes.

Al fondo, las manos tiernas
como dos manguitos verdes:
no es para mi su cáscara,
sus dedos gritan.

De otros, la fruta.
Hueso oscuro y brillante,
agria su pulpa.

Al fondo, por mi garganta
me pregunta su mirada
de cuchillos encendidos,
si yo me atrevo.

No quiero morder.
Que su guaya me clave,
mejor, los dientes.

Al fondo, en su vil soslayo
disimulan la sospecha
sus ojos, carbón mojado
que yo no alcanzo

Al fondo de la noche
brillan sus ojos.
Oscuro incendio.

jueves, 9 de febrero de 2012

Señora

                                                                                                             de Manuel Alejandro

Cuando supe toda la verdad,
Señora,

ya era tarde para echar atrás,
Señora:
Yo era parte de su vida
y él 
                     mi sombra.

Cuando supe que existía usted,
Señora,
ya mi mundo era sólo él,
Señora,
ya llevaba dentro de mi ser
                                      su aroma.

Él me dijo que era libre
               como el mismo aire,
que era libre
               como las palomas,
que era libre ...
                              y yo lo creí.

Ahora es tarde, 
Señora.
Ahora es tarde, 
Señora.
Ahora nadie puede apartarlo de mí.

Él me dijo que era libre
               como el vagabundo,
que era libre
               como la hoja seca,
que era libre ...
                         y yo le creí.

Ahora es tarde, señora.
Ahora es tarde, señora,
ahora nadie puede apartarlo de mí.

jueves, 2 de febrero de 2012

Se nos rompió el amor

                                                                                                           de Manuel Alejandro.

.

 

Se nos rompió el amor

de tanto usarlo 

 

de tanto loco abrazo sin medida 

de darnos por completo a cada paso, 

                  se nos quedó en las manos un buen día.


Se nos rompió el amor 

de tan grandioso,


(jamás pudo existir tanta belleza)


Las cosas tan hermosas duran poco


                                        (jamás duró una flor dos primaveras) .


Me alimenté de tí  por mucho tiempo,         

nos devoramos vivos como fieras. 

Jamás pensamos nunca en el invierno, 

pero el invierno llega


                                           aunque no quieras.


Y una mañana gris al abrazarnos, 

sentimos un crujido frío y seco, 

cerramos nuestros ojos y pensamos:

 


Se nos rompió el amor


de tanto usarlo.

 

domingo, 29 de enero de 2012

Quincho.

Los mares de mi padre

                                                                                             de  Joaquín Vásquez Aguilar


por todos los mares ha andado mi padre
por los de la sangre de su próstata muerta

por el de las doscientas gruesas de bagre cuando
pescaba con mi tío Ventura allá en Garcilla,
      en el estero
de la Joya, hará unos treinta años

por el de la Ciudad de México, a la que no quería
ir porque decía que iba a morirse de frío, de ruido,
de aplastado

por el de sus inevitables borracheras antes de que lo
operaran (¿qué pescador no se ha emborrachado
   nunca bajo
los mangos y las palmeras, entre mortuales
y casorios?)

por el gran mar de mi abuelo
rodeado de espantos y respeto,
fundador de Cabeza de Toro y de nosotros

por el de mi madre
costilla para siempre de su cama
de su quehacer
de su vejez

por el del pueblo
del que conoce muy bien sus juntas ejidales
sus difuntos
su condición de pequeño juguete de la política

por el de sus compadres innumerables

y también por los mares del canto de Jack London
en los que gusta internarse por las tardes
acostado en su hamaca

viernes, 27 de enero de 2012

Estoy harto de los poetas que hablan de pechos, vaginas y penes para sentir que son audaces. Como si no existiesen más protuberancias en el cuerpo u orificios en el alma.
Ha de ser muy difícil pensar el erotismo sin colocar ese vulgar embudo de plástico rojo,
ése que sólo deja pasar las partes primitivas: la puerta al mundo y su primer bocado.
Odio que se olviden de la sal en la mano prohibida.
La ardorosa sensación del piso frío sobre la espalda.
El dedo en el pastel.
La salchicha en el pan.
El café que se queda en la lengua y le da vueltas en la noche.
La corteza del árbol sobre la mano caliente.
Las piernas ciegas de jabón en las duchas.
Las tardes donde el cruce de brazos nos es suficiente.

Las otras dunas del porno, pues .

viernes, 20 de enero de 2012

un miércoles cualquiera

Los días pasaban uno tras de otro, como en fila india para el banco, lentamente, aburridos. No se detenían nunca, ni siquiera para tomar el fresco, porque el fresco no estaba ahí para ser tomado por nadie. No estaba. Un Miércoles cualquiera veía pasar los días, uno tras otro, con la cara de no tener preguntas. Un buen día uno de los días se salió de donde estaba y lo miró a los ojos. ¿Qué tanto esperas?, le preguntó de forma franca. Miércoles no supo responderle y al día siguiente se formó con todos los días a esperar su turno.

jueves, 19 de enero de 2012

Es el olor del tiempo el que me caga
los cabellos que deja en el jabón
su vieja ropa en el piso
la manía de no cerrar las puertas
y dejar manchados los espejos.

No es a él a quien detesto.
Me molesta su sombra
la luz encendida detrás de su puerta

su condición de huésped indeseable.

viernes, 13 de enero de 2012

Beso matinal

Con el sabor a café
frío de ayer por la mañana
tus ojos se efervecen en mi lengua.
Con el sabor a café,
fío
(café de ayer por la mañana).

Y amanezco saboreando tus pestañas.

Con mi lengua adormecida en el silencio
mis ojos te suplican
-Bésame! Mas hazlo tú:

De mi no esperes nada. 

(Y mis labios dicen:
-¡Buenos días!)

martes, 3 de enero de 2012

Hospital (de Joaquín Vásquez Aguilar)

para jaime sabines
y enoch cancino casahonda



quiero agradecer
a todos mis amigos que donaron sangre
al médico responsable del quirófano
a las enfermeras de prisa para acá y para allá
a mis familiares
y a todos los muertos que se despidieron efusivos
el haberle devuelto a mi padre su Emeterio
quiero agradecérselos con un manglar
con un montón de tortugas
con Chico Robles
y con camarones de la madrugada
muchas gracias con trago para todos

Joaquín Vázques Aguilar: cuando un poeta toca a tu ventana una tarde de recuerdos de mar

Ya tenía su nombre registrado en una gaveta de la memoria, pero nada más.

De pronto un día, lejos de mi tierra y de mi acento, en mi nueva casa y mi nuevo suelo, lo hallé al desempolvar mis libros viejos, heredados.

Su poemario estaba guardado en una gaveta de mi escritorio.

De Joaquín Vázques Aguilar ( así está escrito su apellido en  "Casa", editado por la UNACH en 1984- el año de mi nacimiento, por si hacía falta mencionarlo) sólo sabía que era originario de Cabeza de Toro, un pueblito costeño del municipio de Tonalá , Chiapas....y que en vida lo apodaban "Quincho".

Ahora sé que murió en 1994, que su obra es elogiada y estudiada por algunos eruditos y discretos admiradores, al tiempo que es ignorada por la mayoría. 

Quizá opacado por los grandes poetas chiapanecos, su nombre sencillo se pierde entre los referentes de siempre....o tal vez sus tristes murmullos de mar se esconden de los reflectores a propósito. De cualquier modo, no ha sido fácil encontrar sus textos viviendo en Monterrey, y mis amigos de Chiapas están en las mismas.

 En la búsqueda propia por el camino espinoso y solitario del tejido de palabras, sus metáforas manglares, zopilotes, árboles, pescas, don Emeterio su padre y las canoas, la piel oscura, la arena, las tortugas y  el camarón que adornan el libro que tengo en mis manos forman una grata inspiración que golpea como las olas y me deja con los ojos húmedos y salados (no sé si de lágrimas o de mar ).

Joaquín Vázques Aguilar es para mí, desde el año pasado, un maestro escurridizo y huraño... y un amigo triste, solitario y angustiante como un domingo en la noche de pueblo al que escuchar.


Exhorto a quien tenga textos de Quincho para que los compartamos.

Por lo pronto, yo mismo les dejo una joya que encontré en internet: una grabación donde podemos oírlo leer algunos de sus poemas.

http://www.archivosonoro.org/?id=316

Magresal

                                                                                                  

                                                                                                           de Joaquín Vásquez Aguilar.


A la orilla del estero de Cabeza de Toro, cerca del embarcadero, hay un magresal. Es el árbol más viejo de todos. Es tan viejo que se le han caído todas las hojas, como a mi padre se le ha caído el cabello. Tal parece que ha estado allí desde siempre, desde la raíz de los siglos. Todavía sigue de pie a pesar de que por él han pasado todas las calamidades: chubascos, inundaciones, temblores, quemazones, comejenes. Además de ser el más viejo es también el más corpulento. De él podrían salir montones y montones de leña para abastecer por días y días los fogones de las casas de la ranchería. Al amanecer, cuando se viene de pescar y el estero se abre al día con el verdor fresco del manglar y la alegría blanca de las garzas, el magresal se alza con su grotesca figura esquelética y ceniza. Siempre lo he visto con ese color cenizo, como de salitre sucio. En la época en que iban a matar a mi tío Juan todavía daba hojas y dicen que su aspecto no ha cambiado mucho. Lo de mi tío Juan pasó bajo este mismo árbol y fue por lo de una canoa robada. Empezó la cosa como simple discusión pero luego el otro sacó una daga y lanzó un tajo; el cuchillo se clavó en el tronco del magresal y en ese momento intervino mi padre con su enorme estatura y su vozarrón y aplacó al ventajoso. Ahí quedó todo. "Esta puñalada iba a ser para mí, tengo que borrarla" dijo mi tío y al poco tiempo le prendió fuego al magresal. El humo se elevó por varios días hasta que un aguacero lo apagó; sólo llegó a quemarse una parte del tronco y algunas ramas bajas. Y ahí sigue aún seco y pelón, con su eterno color cenizo. Tal vez por eso es el árbol preferido de los zopilotes. Cuando los primeros pescadores van arribando al embarcadero ya están trepados en el magresal, al acecho de la tripa de pescado; es su comida preferida. De ahí a lo que falta del día los zopilotes no se van; ya muy alto el sol sale el último pescador pero los zopilotes no se van. Como que ya le tienen cariño al magresal; como que en sus ramas encontraron el sabor de la confianza. Y si uno se pone a pensar que estas aves cometripas son las mismas, y no otras, que llegan todos los días al huesudo árbol, uno se dará cuenta de que así es: se dará cuenta que ya le agarraron gusto al magresal y a la tripa de pescado; que no les importa otro árbol ni otra comida. Pasa lo mismo con esos zopilotes que nunca se bajan del cielo, cuando el cielo es azul, azul. Andan allá arriba volando suavecito, haciendo círculos en el aire, como jugando, como si hubieran nacido para estar volando siempre. O como esos otros, a los que uno encuentra comiéndose algún animal en medio del camino cuando va al potrero, o viene con el tercio de leña al hombro. Esos son los zopilotes que se comen todos los animales muertos. Es como si Dios hubiera repartido a unos para que estén volando en el cielo y a otros para que se coman la cosa muerta, los desperdicios. Así dice mi padre, o mejor dicho decía: el pobre ya no puede hablar porque está por morirse. Mi madre se ha pasado velándolo desde anoche en que le arreció la calentura y se puso más grave. Esa tos cascajosa de los últimos meses lo tiene así de enfermo y lo está matando; tal vez porque fumaba mucho. O a lo mejor es la vejez. Sí, eso debe ser. Ya está muy viejo. Es cierto que mi madre ya está vieja también pero no tanto como él. Cuando se casaron ella tenía apenas dieciséis años y él era ya un robusto pescador que rebasaba los treinta. Eso nos cuenta ella: "Era tan fuerte y trabajador" se lamenta y echa a llorar. Ahora mi padre es un anciano y se va a morir. A mi tío Juan ya le tocó, lo enterraron no hace mucho. Si aquella vez bajo el magresal tuvo la suerte de no morirse, ahora sí. Ni modo, así es esto de la muerte, ni sabe uno. Tal vez por eso anoche soñé que el magresal se derrumbó todito a causa de la gran zopilotada que se le acomodó encima. Primero llegaron unos pocos; después llegaron más y más, amontonándose en el magresal, ocupándolo todo; después unos sobre otros. Hasta que el añoso árbol no aguantó tanto peso y se vino al suelo, así sin ruido. Ya no vi o no me acuerdo si los zopilotes murieron en el porrazo o salieron volando alborotados.