taller tropical de tejido y bordado. Entrada libre.

jueves, 30 de agosto de 2012

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Negro vértigo de acantilado
eres
sol de tarde en julio que agoniza
tienes
un silencio oscuro de ceniza
dueles
río de polvo y  piedra en el que nado.


todo de ti

quiero saber todo de ti
tu colonia favorita
y la calle de tu casa
y el nombre de tu abuelita

quiero saber todo de ti
quién te plancha las camisas
si te gusta la mostaza
si puedes comer a prisa

quiero saber todo de ti
qué guardas en el armario
el carrito que manejas
si eres libra o sagitario

quiero saber todo de ti
si te gusta ser mirado
si te comes las lentejas
por qué cosas has llorado

quiero saber todo de ti
y olvidarlo todo luego
para volver a seguirte
y empezar todo de nuevo

martes, 28 de agosto de 2012

el fan y el ídolo

Hay un peculiar tipo de belleza en la posición amorosa del fan. Sobre todo, una vez que éste logra asumir que los ídolos se caen, tarde o temprano. Esa conciencia de finitud vuelve al fan asumido un voraz persecutor de la efímera hermosura que con claroscuros se diluye en el tiempo, un devorador y un artista de momentos , un sabio coleccionista, un dedicado investigador, seguidor incansable del apasionamiento, su droga. Por otro lado, su misma posición de insaciabilidad lo vuelve generoso, dadivoso de sonrisas, de admiración y de cuidados, y al mismo tiempo le provee del sufrimiento también punzante que siempre llega con el hambre.

El ídolo, por su parte, participa tejiendo la historia aunque no quiera. Se ve enredado entre los hilos y reacciona. Sus movimientos dejan de condicionar al tejedor y él mismo se coloca en la otra parte del telar. La incertidumbre que emerge entre ambos es un juego breve y etéreo, en el cual cada uno representa un papel  intuitivo ante las reacciones y las miradas del otro. Los ojos puestos atentos condicionan la técnica. Ya sea huyendo despavorido, incapaz de manejar la atención puesta sobre sí, o bien reaccionando con sorpresa y halago ante la misma, la imposibilidad de ignorar por completo lo que el otro le arroja lo hace partícipe de una historia  asimétrica, como el amor mismo.

Ambos se plantean preguntas imposibles.
Ambos escriben un texto improvisado.
Un haikú entre dos.
Un carente microrrelato .

Si ambos logran apropiarse de su correspondiente fugacidad, pueden entregarse al gozo de sus propias voces narrativas. Si esta rareza tiene lugar,  podrían asistir juntos a la caída de la estatua, y se despedirían al término de la temporada teatral, fundiéndose en un bello abrazo luminoso.