taller tropical de tejido y bordado. Entrada libre.

miércoles, 6 de abril de 2011

Ciudad de sirenas y culebras

Hay un mundo de sirenas allá afuera.
Nunca acaban de esparcir su queja.
Su lamento.

Allá van...¿las oyes?
Sirenas van nadando por las calles
angustiadas, apuradas, salpicando,

agitando con sus colas las aguas de las calles.
Las venas del Monterrey que se desangra.


Las camionetas con hombres que van trepados, que llevan máscaras, son ya parte del paisaje urbano de Monterrey. Estos hombres silenciosos llevan en sus brazos armas largas, amenazantes culebras que van apuntándolo todo. Uno puede ir de compras, regresar a su casa de un día cansado en el trabajo, ir a la escuela, recoger a los niños... y de pronto , de la nada, aparecen. Los vemos colarse entre nosotros, con sus rostros escondidos. Los vemos apuntar, aunque no apunten.

A veces usan uniformes de un azul oscuro, color noche. Otras, van de un verde hoja seca. Pero siempre combinan muy bien sus ropajes con sus camionetas. Tienen un sentido propio de la moda, digamos, algo conservador y llano.

Ellos dicen ser los buenos.

Pero otras veces uno se puede tapar con tipos que no combinan. Te encuentras frente a ellos cualquier día: hombres armados dentro de autos y ropas de cualquier color. Les gusta ser originales, ir de civiles... aunque estrictamente no lo son , porque llevan armas... o yo ya no sé. Van en camionetas blancas, cerradas, vestidos con trajes o con camisas semi-abiertas. Les gusta sacar la punta de sus culebras por la ventanilla. Les encanta rechinar las llantas. A ellos, la gente les llama "los malitos", como de cariño. ¡Y cómo no los vamos a querer, si somos de los mismos! Es gente que también salió de nuestras calles. En realidad, los malos son los culebrones. Y, como correspondiendo el afecto, ellos siempre dan la cara. Raramente usan máscaras, y no los culpo, con el calor que hace en estas tierras, ni quién quiera llevar un trapo negro y caliente sobre la cabeza.

A veces resulta que uno y otro se pasan al bando contrario. O bien, en la noche andan en una camioneta, y en el día en otra. ¿Te imaginas? ¿A qué horas duermen?
Creo que lo hacen como para estar activos, para no entumirse. Así, también cobran doble. En esta ciudad, el tener dos trabajos dignifica. Aquí se trabaja duro para comprarse cosas, y si es posible, se dobletea.

No creo que sepan muy bien - todos ellos, los de las culebras enrolladas en los brazos - quiénes son los buenos y quiénes son los malos. En todo caso, también les gusta autodespistarse.

Mientras tanto, rondan. Les gusta rondar , y rondan.
Los dos tipos de gente armada están por todos lados, y cada vez asusta menos encontrarlos.
Yo ya no sé quién es quién.
Sólo sé que por los pleitos que se tienen, sus culebras han matado mucha gente.
No las saben controlar.
Como que un día, llegaron sus jefes - que como todos los jefes, entre ellos son grandes amigos , aunque sea hipócritamente- y se las dieron, diciendo:

Órale cabrones, ahí están sus culebras, a escupir balas, o se los lleva la chingada.

Y la chingada se hizo carne y habitó entre nosotros, porque a las culebras les encanta matar gente, y , además, a eso se dedican. Si lo piensas, son afortunadas, porque no cualquiera puede decir que le encanta eso a lo que se dedica. Ah, pero ellas sí ... felices mate y mate.

Indudablemente, la cara de Monterrey se ha transformado. Como siempre, la culpa debe ser de los migrantes. Tanta sirena, culebra y máscara que se dejó venir, sin avisar, tan de repente.

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