Como siempre hacía antes de acostarse, comenzó a apagar las luces de su casa mientras se dirigía sin zapatos a su cuarto.
Al llegar al pasillo, empezó a cantar su canción favorita.
Era la forma más práctica que encontraba para hacerse compañía.
― Rival de mi cariño....
Apagó el último foco.
Se había olvidado de la letra.
―...Rival de mi cariño...
La oscuridad completa de su casa y su silencio comenzaron a angustiarle.
Corrió hacia su cuarto y se aventó sobre la cama, sintiendo que alguien seguía sus pasos, como suele suceder en la penumbra.
Se persignó y cerró los ojos para dormirse de una vez y no pensar.
―....El viento que te besa...― le contestó un susurro tibio, lamiéndole los pies que aún colgaban de la cama.
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