taller tropical de tejido y bordado. Entrada libre.

lunes, 1 de agosto de 2011

Atún con olor a Rigo

Había tenido uno de esos días nauseabundos en el trabajo, de esos cuando parece que todo el mundo está pensando en la mejor manera de irritarte y echarte a perder cualquier atisbo de falso optimismo que te inventes. El tráfico había sido, como siempre, una verdadera pesadilla de regreso a casa. Una hora de navegar por los constipados ríos que dan vida a la ciudad, donde los ojos ridículos de los extraños, representan los papeles de peces y piedras lamosas a través de los espejos retrovisores. 

            Cuando llegué a casa y me bajé del carro, lo único en lo que pensaba era en dormir, cerrar los ojos y dejar que mi noche interna hiciera lo suyo. 

          Al entrar, el húmedo aroma de Rigo me pellizcó la cara, y no pude sentir mayor tranquilidad. Ese olor siempre me confirma que estoy en casa, que no me he equivocado de puerta. 

            Decidí hacerme dos sándwiches de atún antes de dormir. Nada mejor que comer sándwiches de atún en un lugar empapado enel olor a Rigo.

Así es como yo concibo la paz.

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